Alguna vez en nuestros acogedores
encuentros literarios, ha surgido el tema de la especificidad de la escritura de las mujeres o también
llamada literatura femenina. Esto es,
de toda esa literatura producida por una escritora mujer. Y los interrogantes
que se han suscitado fueron: ¿hay una diferencia entre la escritura masculina y
la femenina? ¿Es posible reconocer ciertos rasgos comunes en la literatura
escrita por mujeres? ¿O en realidad la literatura es un artificio que borra, en
última instancia (o en primera instancia) la relevancia del sujeto empírico que
está detrás del escrito?
Muchas preguntas. Sabrosas y
discutibles preguntas.
Sin embargo, como ocurre con
cualquier interrogante que emerge en discusiones en torno a cuestiones literarias,
siempre es provechoso y disparador de ricas reflexiones.
Este humilde artículo tiene la
finalidad de arrojar algo de luz a la cuestión. Sólo una lucecita, digamos,
para ir tanteando y descubriendo cada cual su respuesta.
Veamos.
En primer lugar –y muy
escuetamente- quiero decir algo sobre la literatura. Nada que ya no haya sido dicho. Escribir
literatura (sea hombre o mujer quien escriba) supone crear a través de una materia
prima que es la lengua un artificio. Parece sencillo decirlo. Un artificio que
implica manipular conscientemente esa
lengua para correrla de su función referencial a una función estética. Y por
eso digo que esa manipulación es consciente.
Nada de improvisaciones. Cuando ingresamos al universo literario comienzan a
regir otras leyes y la vinculación que hacemos con el código es nueva. Y
novedosa.
Ahora volvemos a nuestro punto de
partida: ¿qué sucede con la escritora mujer en este marco? Y hay algo que es
indiscutible: por mucho tiempo la mujer estuvo marginada como agente creador.
Recuerdo una frase de Virginia Woof que decía algo así como: “la frase está
hecha por el hombre (…) no se adapta a la personalidad femenina”. Hoy, sin
embargo, podemos decir, que la mujer ya ha hecho irrupción en este mundo y sin
la necesidad de un seudónimo masculino. Y es ahora cuando comenzamos a
preguntarnos sobre las características de su escritura. Si se quiere, podemos
decir que de entrada, la mujer se preguntará sobre sí misma, a cuestionarse su
lugar en función de su sexo (algo que el hombre jamás se cuestionaría o se
hubiese cuestionado). La mujer, entonces, se observa y observa su entorno y es
por eso que su escritura tiende a ser más realista, a describir con mayor minuciosidad
las sensaciones y ser más detallada en la órbita cotidiana o doméstica. Eso dicen. Y
si traemos a colación las palabras de Santa Teresa de que mejor se entienden unas mujeres con otras podríamos afirmar que,
precisamente, el gran éxito de las escritoras mujeres no deriva tanto de la
calidad de sus obras sino más bien porque han tratado temas que le interesan a
la mujer. Y aquí me detengo en algo importante: lo temático.
Yo creo que hay
ciertos temas que son identificables con la literatura femenina y que vienen de
la mano de toda una problemática socio-histórica en relación a la mujer: su
lugar frente al hombre. Encontramos, así, en esta escritura, temas ligados a
reacciones frente al engaño, a los callejones sin salida con los que tropieza
la mujer, la ausencia de la sociedad que no garantiza sus necesidades, etc. Y
hay más. Si hablamos de temas no podemos
dejar de lado el estilo.
Hay críticos que se han tomado el
trabajo de analizar el tipo de registro propio de la literatura de mujeres:
frases hechas, repeticiones, insistencia, uso de interrogativas formales,
rodeos, paráfrasis, rechazo de palabrotas, entre otras. Interesante observación. Y mientras escribía
esto, pensaba en una posible explicación a este tipo de registro. Porque
nada es azaroso. Y creo que la mujer tiene esa necesidad de “machacar” con la
repetición porque es una forma de hacerse oír, de soltar esa voz que por mucho
tiempo estuvo sometida y acallada. Decir acá estoy yo. Por otro lado, meditaba en la elección de la
interrogación y es entendible: la aseveración categórica es propia del discurso
racionalizado, y lo racional pertenece al mundo masculino del que la mujer se
quiere separar. O mostrarle más bien al hombre que hay otra voz que puede ser
escuchada.
Podríamos sintetizar lo dicho
hasta aquí diciendo que la literatura de
mujeres o literatura femenina designa
un conjunto de obras literarias que están pensadas según el sexo de quien escribe
(es decir, escritora mujer) y que por ser así, tal literatura presenta ciertos rasgos
particulares. Dichas características son
sobre todo el tipo de lenguaje o bien, a nivel temático, ciertos argumentos narrativos que están centrados
en las “imágenes de la mujer”.
Paréntesis aparte. Tenemos, del
otro lado, una postura diferente a la anterior. Veamos.
La ensayista Nelly Richard*, por
ejemplo, dirá que no se puede decir que
hay una escritura femenina porque sea
escrita por una mujer. Y entonces hecha
por tierra lo anterior porque entiende que siendo así se estaría identificando
la voz de la narración o la voz del artificio con la voz real y empírica que
está fuera del texto. Y si se quiere, no está tan equivocada. Mis profesores me
han repetido hasta el cansancio que en la literatura, una cosa es la voz del
texto y otra es la persona de carne y hueso que escribe. Y así tuve que aceptar
sin discusión el primer pacto que hacemos con la literatura: entender, por
ejemplo, que el motociclista que sufre el accidente en “la noche boca arriba”
no era Cortázar. Y volvamos a lo nuestro.
Para la autora antes mencionada, hablar
de escritura femenina estaría pecando
contra la esencia misma de la literatura: la materia del texto es mucho más
compleja, ya que el autor desestructura y
reestructura el código narrativo para violentar el universo referencial.
¿Qué queremos decir con esto? Que el hecho de que una literatura esté escrita
por una mujer no tiene por qué necesariamente traer aparejados ciertos rasgos
femeninos. O en otras palabras, podemos decir que la escritura no está
determinada por el género sexual del sujeto biográfico.
Giramos entonces en otra
dirección (o en la misma).
En un ensayo que leí una vez de Josefina
Ludmer encontré que: “ la escritura
femenina no existe como categoría porque toda escritura es asexual, bisexual,
omnisexual”. Lo que estaría definiendo una escritura más masculina o más
femenina no son el hombre o la mujer escritores que están detrás del texto sino
más bien distintas fuerzas que interactúan en el proceso creativo. La fuerza simbólica (racional, más
conceptual y más estable) sería más propia de lo masculino mientras que la fuerza
semiótica o pulsional y más
desestructurante sería propio de lo femenino. Esta última fuerza parece estar más
ligada a la transgresión porque busca revertir el signo y romper con la
cláusula paterna (por eso, predominarían también en las vanguardias).
De esta manera, la escritura
femenina sería entonces toda aquella literatura que se enfrenta a la cultura
masculino-paterna, que se encuentra en el borde de todo centro y que así, pretende
producir una modificación de lo establecido.
Con esto concluimos que lo
femenino en la escritura no se limita a la mujer sino más bien a la
transgresión, y visto de esta manera se
intenta desligar lo femenino de lo estrictamente biológico. Ser “mujer” no garantizaría
el ejercicio de la femeneidad como
cuestionadora de la masculinidad
hegemónica, como tampoco ser “hombre” condena al sujeto a ser partidario de
todas esas codificaciones ligadas al poder.
Dos posturas distintas en torno a la escritura escrita por mujeres.
Queda a cada uno hacer su lectura de la cuestión, que tratándose siempre de
literatura, no deja de tener su sello subjetivo y personal. Una mirada propia.
*Richard, Nelly. Masculino/
femenino: Prácticas de la diferencia y cultura democrática. Fondo de
Desarrollo de la Cultura y las Artes
Traba, Marta. Hipótesis
sobre una escritura diferente. Revista Quimera, 13 (1981)
Riera, Carme. Literatura
femenina: ¿Un lenguaje prestado? Revista
Quimera, 18 (1982)
1 comentario:
Me gustaría recomendar a una autora que con su novela LA PAPELETA EN BLANCO ha llamado poderosamente mi atención: Almudena Navarro http://tinyurl.com/crzgv27
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