domingo, 15 de julio de 2012

Cuestiones de género: ¿Existe una literatura femenina?


Alguna vez en nuestros acogedores encuentros literarios, ha surgido el tema de la especificidad de la escritura de las mujeres o también llamada literatura femenina. Esto es, de toda esa literatura producida por una escritora mujer. Y los interrogantes que se han suscitado fueron: ¿hay una diferencia entre la escritura masculina y la femenina? ¿Es posible reconocer ciertos rasgos comunes en la literatura escrita por mujeres? ¿O en realidad la literatura es un artificio que borra, en última instancia (o en primera instancia) la relevancia del sujeto empírico que está detrás del escrito?
Muchas preguntas. Sabrosas y discutibles preguntas.
Sin embargo, como ocurre con cualquier interrogante que emerge en discusiones en torno a cuestiones literarias, siempre es provechoso y disparador de ricas reflexiones.
Este humilde artículo tiene la finalidad de arrojar algo de luz a la cuestión. Sólo una lucecita, digamos, para ir tanteando y descubriendo cada cual su respuesta.
Veamos.
En primer lugar –y muy escuetamente- quiero decir algo sobre la literatura. Nada que ya no haya sido dicho. Escribir literatura (sea hombre o mujer quien escriba) supone crear a través de una materia prima que es la lengua un artificio. Parece sencillo decirlo. Un artificio que implica  manipular conscientemente esa lengua para correrla de su función referencial a una función estética. Y por eso digo que esa manipulación es consciente. Nada de improvisaciones. Cuando ingresamos al universo literario comienzan a regir otras leyes y la vinculación que hacemos con el código es nueva. Y novedosa.
Ahora volvemos a nuestro punto de partida: ¿qué sucede con la escritora mujer en este marco? Y hay algo que es indiscutible: por mucho tiempo la mujer estuvo marginada como agente creador. Recuerdo una frase de Virginia Woof que decía algo así como: “la frase está hecha por el hombre (…) no se adapta a la personalidad femenina”. Hoy, sin embargo, podemos decir, que la mujer ya ha hecho irrupción en este mundo y sin la necesidad de un seudónimo masculino. Y es ahora cuando comenzamos a preguntarnos sobre las características de su escritura. Si se quiere, podemos decir que de entrada, la mujer se preguntará sobre sí misma, a cuestionarse su lugar en función de su sexo (algo que el hombre jamás se cuestionaría o se hubiese cuestionado). La mujer, entonces, se observa y observa su entorno y es por eso que su escritura tiende a ser más realista, a describir con mayor minuciosidad las sensaciones y ser más detallada en la órbita cotidiana o doméstica. Eso dicen. Y si traemos a colación las palabras de Santa Teresa de que mejor se entienden unas mujeres con otras podríamos afirmar que, precisamente, el gran éxito de las escritoras mujeres no deriva tanto de la calidad de sus obras sino más bien porque han tratado temas que le interesan a la mujer. Y aquí me detengo en algo importante: lo temático.
Yo creo que hay ciertos temas que son identificables con la literatura femenina y que vienen de la mano de toda una problemática socio-histórica en relación a la mujer: su lugar frente al hombre. Encontramos, así, en esta escritura, temas ligados a reacciones frente al engaño, a los callejones sin salida con los que tropieza la mujer, la ausencia de la sociedad que no garantiza sus necesidades, etc. Y hay más.  Si hablamos de temas no podemos dejar de lado el estilo.
Hay críticos que se han tomado el trabajo de analizar el tipo de registro propio de la literatura de mujeres: frases hechas, repeticiones, insistencia, uso de interrogativas formales, rodeos, paráfrasis, rechazo de palabrotas, entre otras.  Interesante observación. Y mientras escribía esto,  pensaba en una posible explicación a este tipo de registro. Porque nada es azaroso. Y creo que la mujer tiene esa necesidad de “machacar” con la repetición porque es una forma de hacerse oír, de soltar esa voz que por mucho tiempo estuvo sometida y acallada. Decir acá estoy yo.  Por otro lado, meditaba en la elección de la interrogación y es entendible: la aseveración categórica es propia del discurso racionalizado, y lo racional pertenece al mundo masculino del que la mujer se quiere separar. O mostrarle más bien al hombre que hay otra voz que puede ser escuchada.
Podríamos sintetizar lo dicho hasta aquí diciendo que la literatura de mujeres o literatura femenina designa un conjunto de obras literarias que están pensadas según el sexo de quien escribe (es decir, escritora mujer) y que por ser así, tal literatura presenta ciertos rasgos particulares.  Dichas características son sobre todo el tipo de lenguaje o bien, a nivel temático,  ciertos argumentos narrativos que están centrados en las “imágenes de la mujer”.
Paréntesis aparte. Tenemos, del otro lado, una postura diferente a la anterior. Veamos.
La ensayista Nelly Richard*, por ejemplo,  dirá que no se puede decir que hay una escritura femenina porque sea escrita por una mujer.  Y entonces hecha por tierra lo anterior porque entiende que siendo así se estaría identificando la voz de la narración o la voz del artificio con la voz real y empírica que está fuera del texto. Y si se quiere, no está tan equivocada. Mis profesores me han repetido hasta el cansancio que en la literatura, una cosa es la voz del texto y otra es la persona de carne y hueso que escribe. Y así tuve que aceptar sin discusión el primer pacto que hacemos con la literatura: entender, por ejemplo, que el motociclista que sufre el accidente en “la noche boca arriba” no era Cortázar. Y volvamos a lo nuestro.
Para la autora antes mencionada, hablar de escritura femenina estaría pecando contra la esencia misma de la literatura: la materia del texto es mucho más compleja, ya que el autor desestructura y  reestructura el código narrativo para violentar el universo referencial. ¿Qué queremos decir con esto? Que el hecho de que una literatura esté escrita por una mujer no tiene por qué necesariamente traer aparejados ciertos rasgos femeninos. O en otras palabras, podemos decir que la escritura no está determinada por el género sexual del sujeto biográfico.
Giramos entonces en otra dirección (o en la misma). 
En un ensayo que leí una vez de Josefina Ludmer encontré que: “ la escritura femenina no existe como categoría porque toda escritura es asexual, bisexual, omnisexual”. Lo que estaría definiendo una escritura más masculina o más femenina no son el hombre o la mujer escritores que están detrás del texto sino más bien distintas fuerzas que interactúan en el proceso creativo. La fuerza simbólica (racional, más conceptual y más estable) sería más propia de lo masculino mientras que  la fuerza semiótica o pulsional y  más desestructurante sería propio de lo femenino. Esta última fuerza parece estar más ligada a la transgresión porque busca revertir el signo y romper con la cláusula paterna (por eso, predominarían también en las vanguardias).
De esta manera, la escritura femenina sería entonces toda aquella literatura que se enfrenta a la cultura masculino-paterna, que se encuentra en el borde de todo centro y que así, pretende producir una modificación de lo establecido.
Con esto concluimos que lo femenino en la escritura no se limita a la mujer sino más bien a la transgresión, y visto de esta manera  se intenta desligar lo femenino de lo estrictamente biológico. Ser “mujer” no garantizaría  el ejercicio de la femeneidad como cuestionadora  de la masculinidad hegemónica, como tampoco ser “hombre” condena al sujeto a ser partidario de todas esas codificaciones ligadas al poder.
Dos posturas distintas en torno a la escritura escrita por mujeres. Queda a cada uno hacer su lectura de la cuestión, que tratándose siempre de literatura, no deja de tener su sello subjetivo y personal. Una mirada propia.


 Referencias bibliográficas:
*Richard, Nelly. Masculino/ femenino: Prácticas de la diferencia y cultura democrática. Fondo de Desarrollo de la Cultura y las Artes
Traba, Marta. Hipótesis sobre una escritura diferente. Revista Quimera, 13 (1981)
Riera, Carme. Literatura femenina: ¿Un lenguaje prestado?  Revista Quimera, 18 (1982)

1 comentario:

John Ghost dijo...

Me gustaría recomendar a una autora que con su novela LA PAPELETA EN BLANCO ha llamado poderosamente mi atención: Almudena Navarro http://tinyurl.com/crzgv27