Los elementos oracionales tienen
un orden sintáctico considerado “lógico” cuando responden a un orden dado por
sujeto, verbo y modificadores de verbo. Un
ejemplo de este orden oracional lógico podrían ser estos versos del mismísimo
Federico García Lorca, pertenecientes a su poema “Alma ausente”:
El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.
Como se puede apreciar, el sujeto
“el otoño” se encuentra en la posición inicial, luego aparece el verbo “vendrá”
y después todo lo que se predica de ese sujeto: “con caracolas, uva de niebla y
montes agrupados”. (La misma estructura se repite en el tercer y cuarto verso).
Sin embargo, el orden sintáctico
puede ser alterado, con una finalidad estrictamente estética, como dice Alma
Maritano, “utilizado como un paso de
danza respecto del paso regular de la caminata”. Es de alguna manera buscar
un ritmo distinto al ya gastado ritmo cotidiano.
Si bien la estética barroca fue
quien más lo cultivó, se pueden encontrar ejemplos de todos los tiempos.
En el Poema de Mio Cid, que data
del siglo XII, leemos:
Muchos
bienes nos llevamos que valen mucho valor,
escarnio haremos a las hijas del Campeador
escarnio haremos a las hijas del Campeador
El orden sintáctico lógico para
los versos anteriores sería: “nos
llevamos muchos bienes que valen mucho valor/ haremos escario a las hijas del
Campeador”
Por otro lado, en estos versos de Gustavo
Adolfo Bécquer, encontramos:
"del salón en el ángulo oscuro
de su dueña tal vez olvidada
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa"
Hay un sinnúmero de ejemplos de
hipérbaton en la literatura (incluso en la prosa), pero me voy a quedar por
ahora con estos dos.
Siempre que hablamos de la
elección de un recurso poético, sabemos que no se trata de nada deliberado o
azaroso. Tampoco se trata de un camino para mostrar algo más bello pero vacío
de contenido. La belleza de un recurso poético no puede sacrificar el sentido o
los sentidos. El poema es una totalidad y los recursos poéticos tienen que
poder estar justificados a la luz de ese sentido.
En el poema de Mio Cid, el juglar
tenía sus razones para emplear el hipérbaton: mantener la rima (necesaria como
mecanismo de memoria) y enfatizar –en este caso- la venganza que llevarán a
cabo los Infantes de Carrión. Elegir colocar al principio del verso “muchos
bienes”, pone en foco su avaricia y
luego, en el siguiente verso, anteponer la palabra “escarnio” –incluso antes
del verbo- resalta a los Infantes como
agentes de crueldad.
En el caso del hipérbaton de
Bécquer, la elección del sujeto al final –que aparece modificado en los tres
primeros versos- provoca un efecto muy común del hipérbaton: la expectativa.
Repetimos: la elección de un
recurso debe tener un por qué. Dice Ivan Fonagy, en “El lenguaje poético: forma
y función”:
“Es una creencia muy generalizada- y hondamente arraigada en las
tradiciones de la retórica clásica- que las desviaciones de la regla gramatical
en materia de construcción de frases deben interpretarse como otros tantos usos
voluntarios (o abusos) de ciertas licencias poéticas, dictadas por el afán de
sostener la distinción entre la lengua poética y el lenguaje de la prosa”.
Y es cierto: muchos creen todavía
que el uso del hipérbaton (o de cualquier otra figura) tiene la única finalidad
de hacer más bello el texto y que con eso basta. Pero esto respondería a un muy
escueto razonamiento.
Veamos finalmente unos últimos versos perteneciente al romántico
poeta alemán Klopstock.:
Doch ein Sturmwiend (o er kommmt! Entflieh du,
Eh er daherrauscht)
Grausam, indem du nun an hellsten gläntzest,
Dich hinstürzen!
¡Pero un viento
tempestuoso (¡ah, llega, sálvate
antes de que
irrumpa)
cruelmente,
mientras tus ojos buscan el cielo claro
se precipitará
sobre ti!
Forma y contenido –como vemos-
van de la mano.
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